Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

1 G.M. - Británicos, 1914 - Guerra química


Cuando decimos que el Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) fue uno de los principales países que participó en la Primera Guerra Mundial, no debe pasarnos por alto que estamos hablando de la intervención automática de Canadá, Australia, Nueva Zelanda, India, Sudáfrica y otros países menores, todos ellos parte del Imperio Británico (que años más tarde formarían la "Commonwealth").  

La sola intervención británica, ya justificaría el apelativo de "mundial" para esta contienda. El peso económico y humano que significó fue una de las mayores bazas para la victoria de la "Triple Entente". Por otra parte, la iniciativa del Reino Unido en materia de técnica bélica fue importante; suya fue la invención del "tanque" o carro de combate, cuyo primer modelo fue el Mark I.


Los gases asfixiantes empezaron a utilizarse durante este período y fueron empleados por todos los beligerantes. Fueron los franceses los primeros en usarlos ya en 1914; sin embargo, los alemanes hicieron uso masivo de ellos. En cuanto a los británicos, que en un primer momento estuvieron en contra, se sumaron después con entusiasmo a la "moda", y los emplearon habitualmente en sus ofensivas.


Fueron muchos los tipos de gases utilizados, siendo los más conocidos, el cloro (el primero), seguido del fosgeno y la cloropicrina y el más letal y famoso: "el gas mostaza", que fue inventado por los alemanes en 1917. Se trataba de un gas que siendo también asfixiante, atacaba gravemente la piel y los ojos.

La mortalidad que causaba no era excesiva; se ha calculado que sólo el tres por ciento de soldados afectados fallecía; sin embargo, la agonía era lenta y dolorosa. Por otra parte, entre los supervivientes dejaba gran número de ciegos y lisiados.

Las máscaras antigás son una de las imágenes más siniestras de la Primera Guerra Mundial.

El primer sistema para aplicar el gas, fue simplemente abrir los cilindros que lo contenían y, aprovechando el viento favorable, dejar que la nube tóxica que se formaba (que era más pesada que el aire) se desplazase hacia las líneas enemigas. Posteriormente, los cilindros fueron disparados mediante artillería. La dispersión del producto siempre dependía del viento, por lo que en ocasiones un cambio repentino podía dirigir "la nube" hacia las propias líneas. 

Todas las partes idearon algún tipo de máscaras protectoras. Al principio, con el gas de cloro, bastaba colocarse sobre la cara un paño humedecido para paliar sus efectos, pero más tarde, ante los nuevos gases que atacaban ojos y piel, hubo que recurrir a las máscaras antigás.


Nuestras figuras van protegidas por la "Small Box Respirator" (SBR), el último y más seguro de los modelos producidos. Era de fabricación inglesa, y constaba de la máscara propiamente dicha, más una "caja" o bolsa que se portaba ante el pecho (contenía un cartucho de carbón y una gasa impregnada con productos químicos neutralizantes) más un tubo que comunicaba la máscara con la "caja".

Curiosamente, durante la Segunda Guerra, ningún ejército hizo uso de los gases y aunque esporádicamente se han utilizado después (por ejércitos no occidentales), su gran uso durante el período que comentamos, basta para identificar: "máscara antigás = Primera Guerra Mundial". Y quieran los dioses que siga siendo así...


Este conflicto provocó el hundimiento de cuatro Imperios: el alemán, el austro-húngaro, el ruso y el otomano. Se saldó con ocho millones de muertos y seis de inválidos, y dejó entre las naciones participantes un reguero de odios y desconfianzas en estado latente que no tardarían en aflorar, provocando otra guerra de proporciones más gigantescas aún tan pronto como creció una nueva generación. En el intermedio, para compensar tanta muerte y destrucción, estuvieron "los felices años veinte".  :)


En la película "Gallipoli" (Peter Weir, 1981) podemos ver al ejército británico en acción, destacando la participación australiana, no en balde se trata de una producción de esta nacionalidad. En cuanto a la "caída de los imperios", hubo una serie de la BBC (1974) titulada "La Caída de las Águilas", que narraba magistralmente el desarrollo de la contienda. Desgraciadamente, parece imposible de localizar. 


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Figuras de "Great War Miniatures". 28mm.


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