Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Las Cruzadas - El Reino de Jerusalén - Parte 1


El rey de Jerusalén, acompañado de su portaestandarte y el Gran Maestre de los Templarios, que porta un escudo con el diseño antiguo de la Orden: negro y blanco. Obsérvese que va armado con una maza de guerra; muchos templarios preferían tal arma, ya que la Biblia prohibía "matar por la espada".


El Reino de Jerusalén existió desde 1099, año en que fue reconquistada la ciudad por la Primera Cruzada, hasta 1291. Sin embargo, la ciudad que daba nombre al reino, Jerusalén, había sido entregada a Saladino en 1187, tras la derrota cristiana en "Los Cuernos de Hattin".

 La capitalidad del reino pasó a San Juan de Acre, y continuó siendo "el Reino de Jerusalén", pero sin Jerusalén.  Cuando en 1291, Acre (última posesión cristiana en Tierra Santa), cayó en manos del sultán mameluco Baibars, el Reino dejó de existir. Curiosamente, aún en nuestros días, varios representantes de monarquías europeas (entre ellos, nuestro Juan Carlos I de Borbón), ostentan entre sus títulos, tan imponente como vacío nombramiento.


El primer rey de Jerusalén fue Godofredo de Bouillon, uno de los principales jefes de la Primera Cruzada. Aunque fue rey "de hecho", no de nombramiento, ya que se opuso a "llevar corona de oro donde Cristo la llevó de espinas" y prefirió el título de "Defensor del Santo Sepulcro". Tras su muerte, su hermano Balduino, ya no tuvo reparos en ser coronado a la usanza tradicional.


En los casi doscientos años que duró el Reino (1099-1291), el armamento y apariencia visual de los ejércitos cruzados cambió sustancialmente. La iconografía que hemos elegido se puede situar sobre la mitad del siglo XII. 

Aparte los descendientes de los primeros conquistadores, que ocupaban los cargos más importantes tanto políticos como militares, el ejército se nutría de caballeros que sin cesar acudían de Europa; si bien muchos de éstos, tras cumplir el voto de peregrinaje y permanecer una temporada en Tierra Santa (durante la cual podían participar en algún hecho de armas), volvían a Europa. Pero como se trataba de un ciclo sin fin, no tardaban en ser reemplazados por otros contingentes.



La caballería la formaban los caballeros principales y sus hombres de confianza. En terreno abierto, y superada la nube de flechas con la que generalmente les recibían los sarracenos, su carga era devastadora. Los arcos de la época, difícilmente podían atravesar las cotas de malla, excepto en tiro tenso y a muy corta distancia. 


La infantería pesada la formaban las mesnadas que seguían a los caballeros; algunos hombres entre sus filas, eran peregrinos o aventureros que habían hecho el viaje particularmente. Otros muchos habían nacido en el Reino, descendientes de los primeros cruzados "de a pie" que habían permanecido en Tierra Santa, siendo por tanto, vasallos obligados a servicio militar.


El Reino de Jerusalén fue la más importante, pero no la única posesión cristiana en Tierra Santa. Cuando los primeros cruzados se repartieron la zona, al citado Godofredo de Bouillon correspondió Jerusalén; otros nobles con sus seguidores se establecieron en Edesa, Antioquía y Trípoli con sus zonas limítrofes. Toda la franja sirio-palestina y partes de lo que hoy es Turquía, constituyeron lo que en Europa se conocía como "Outremer", "el Reino de Ultramar". 


Todos esos reinos, ducados o condados, fueron cayendo en manos del Islam, debido por una parte a la falta de interés de las potencias europeas, más interesadas en combatirse unas a otras que en defender Tierra Santa (a pesar de las continuas exigencias del Papado); por otra parte, debido a la desconfianza que los bizantinos (cristianos, pero no católicos, sino ortodoxos) sentían hacia los cruzados (en muchas ocasiones la corte de Constantinopla apoyó los intereses islámicos en contra de los católicos) y por otra parte, la unidad del mundo musulmán, que después de haber sufrido (antes de las Cruzadas) gran número de guerras internas, consiguieron unirse en contra de los cruzados gracias a líderes como Saladino o (años más tarde) Baibars.  


La infantería ligera solía estar reclutada entre las capas más pobres de la sociedad e incluso entre sirios (cristianos o no), que combatían a cambio de una soldada. 

Para terminar, un somero repaso a las Cruzadas, que la mayoría de historiadores fija en ocho; aunque opiniones hay para todos los gustos y mientras unos prefieren hablar de seis, otros las llevan a nueve o más.

Primera (1095-1099) Predicada en Clermont por el papa Urbano II. Se convocó por la persecución contra los cristianos que los turcos selyúcidas estaban ejerciendo en Tierra Santa. Los turcos habían acabado con la permisividad que había existido bajo los árabes. Fue mandada por Godofredo de Bouillon, Raimundo de Tolosa, Bohemundo de Tarento y Balduino de Flandes. Conquistó Jerusalén, Antioquía, Edesa y Trípoli.

Segunda (1147-1149). Justificada por la toma de Edesa por los musulmanes. Fue predicada por Bernardo de Claraval. La dirigieron el rey de Francia, Luis VII y el emperador de Alemania, Conrado III. No tuvo éxito.

Tercera (1189-1192). Convocada ante la toma de Jerusalén por Saladino. Mandada por Ricardo Corazón de León, Rey de Inglaterra, Felipe Augusto, de Francia y el emperador del Sacro Imprerio Romano Germánico, Federico Barbarroja. No consiguió recuperar Jerusalén, si bien se acordó entre Ricardo y Saladino que los peregrinos europeos pudiesen acceder a la ciudad. Cierto es también, que se conquistó Chipre y se reconquistó San Juan de Acre, recientemente tomada por Saladino.



Cuarta (1202-1204). Nefasta cruzada que por intereses de la república de Venecia y Bonifacio de Monferrato, terminó saqueando Constantinopla, ciudad cristiana aunque ortodoxa, e imponiendo en ella una dinastía latina que no duró demasiado tiempo. 

Quinta (1217-1221). Convocada durante el Concilio de Letrán (1215), fue dirigida por Andrés II de Hungría. Pretendía conquistar el Egipto mameluco, pero fue derrotada en El Cairo. 

Sexta (1228-1229). Dirigida por Federico II, emperador alemán. Su destino era Jerusalén, pero quedó en que tras negociaciones con el rey de Siria, se permitiría durante diez años el paso libre a los peregrinos europeos. 

Séptima (1248-1254). Liderada por Luis IX de Francia (San Luis). Convocada por el Concilio de Lyon (1245). Dirigida contra Egipto, fracasó totalmente. 

Octava (1268-1270). También liderada por San Luis, único rey cristiano que dirigió dos cruzadas. Su objetivo fue Túnez, en cuyo fallido asedio murió el rey. 

El saldo positivo de las Cruzadas, fue un intercambio cultural beneficioso para ambas partes, así como la recuperación de las líneas de comercio con Oriente que habían quedado cortadas a raíz de la conquista turco-selyúcida. El saldo negativo, ríos de sangre que convirtieron Tierra Santa en uno de los lugares más conflictivos del planeta durante muchos años. Lo triste es que hoy, setecientos años después, continúa siéndolo.

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Las figuras, de "Essex Miniatures". 15mm.

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(En la entrada titulada "Las Cruzadas - El Reino de Jerusalén - Parte 2", hablamos de arqueros, ballesteros e infantería templaria).