Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Adoradores de la Espada - Los Escitas


Los escitas fueron un pueblo de origen iranio, dividido en multitud de tribus, que habitó originalmente el sur de la zona que ocupan hoy Rusia y Ucrania, y especialmente las zonas del bajo Volga y el norte de lo que los griegos llamaron Ponto Euxino (el Mar Negro). En el siglo VIII aC, fueron expulsados de sus territorios por los cimerios, y se extendieron por las zonas colindantes.


Por occidente, llegaron hasta los Cárpatos y la llanura húngara, donde establecieron centros locales de cultura escita. Desde allí, realizaron acciones armadas contra territorios de la Europa Occidental, como (lo que más tarde serían) Suiza o Bélgica, lo que dio lugar más tarde a un intenso comercio con esas zonas, aunque su mayor actividad comercial siempre estuvo en el área del Mar Negro, en la zona entre el Danubio y el Don. 


Plinio el Viejo, Pomponio Mela y Amiano Marcelino nos hacen llegar gran cantidad de nombres de tribus escitas, entre los cuales, los más conocidos son: Tauros, Roxolanos, Alanos, Sármatas, Masagetas, Sakas... Lo curioso es que entre esos nombres aparecen... ¡las amazonas! Esto parece deberse a que en ocasiones, las mujeres de los escitas acompañaban a sus hombres a las batallas, lo que dio lugar al mito griego y posteriormente romano, del pueblo de las mujeres guerreras. 


Un párrafo de Amiano Marcelino da idea de las confusas ideas que sobre estos pueblos tenían griegos y romanos. Según él, existían "innumerables tribus escitas, extendidas en ilimitados espacios". No parece muy concreto. Como además, los escitas occidentales tuvieron estrechos contactos con pueblos germanos y eslavos de sus contornos, existen aún hoy serias dudas sobre si la ascendencia de ciertos pueblos antiguos del oriente de Europa es escita (indoirania), protogermánica o protoeslava.

Otra joya que nos regala Amiano: "los 'arimaspos' eran hombres feroces y de un solo ojo". ¡Arreglados estamos...! En fin, sigamos con los escitas.

 

Pueblo extremadamente belicoso, en el siglo VII aC, se unieron a los asirios y llegaron hasta Egipto; sin embargo, en 612 aC formaron parte (junto a los cimerios) de la coalición de medos y babilonios que arrasó Nínive acabando para siempre con el imperio asirio. En el siglo siguiente, con la primera expansión persa, Ciro II el Grande intentó conquistar los territorios escitas, siendo derrotado y muerto por la tribu de los masagetas (530 aC), mandados según Heródoto, por una reina: Tomiris.


Posteriormente, fue Darío quien lo intentó, pero fracasó  ante la táctica de "tierra quemada" que aplicaron los escitas, retirándose siempre sin presentar batalla abierta, para lo que contaban con la inmensidad de las estepas que habitaban. 


 Algunas tribus, sin embargo, formaron parte de los ejércitos persas, y cuando el mismo Darío invadió Grecia en 490 aC. los llevó con él. Concretamente los sakas, estuvieron presentes en la batalla de Maratón, luchando en primera línea como infantes de élite.  

Como todos los pueblos de las estepas, basaban la fuerza de su ejército en los arqueros a caballo, apoyados por una potente caballería pesada. Su infantería, además de arqueros, contaba con lanceros protegidos por escudos de madera o mimbre recubiertos de pieles.


Su sociedad era del tipo común indoeuropeo, con un rey rodeado de una casta de guerreros. La sucesión no era hereditaria, sino electiva. Sin embargo algunas de sus costumbres, como la de sacrificar a la esposa del rey a la muerte de éste, junto con sus siervos y caballos, han hecho dudar a algunos historiadores (como Gordon Childe) de su indoeuropeidad.


Entre sus ritos, especialmente poco europeo parece el que celebraban para honrar al dios de la guerra, al que adoraban bajo la forma de una espada. Consistía en clavar una de éstas en tierra, sobre un túmulo, y sacrificarle un caballo... estrangulándolo. 

Otra  costumbre inquietante, fue la de colgar de las sillas de sus monturas, no sólo las cabelleras escalpeladas de sus enemigos muertos, sino también la piel del rostro.


Los escitas se fundieron con las grandes invasiones germanas, eslavas y asiáticas que marcaron el fin de la antigüedad (siglos IV al VI) y desaparecieron de la Historia.


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Las figuras, de Essex Miniatures, 15mm.