Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Más Gladiadores; ahora en 40mm - Espartaco

Un reciario germano. Se aprecian los plomos que lastraban su red.

De nuevo por aquí, con cuatro entradas que espero poder publicar antes de que acabe 2014. En esta ocasión, sólo un ejército completo; el resto: una escena militar de la España del siglo XIX, un personaje de "Comic" y los magníficos gladiadores que estáis viendo.

Ha aparecido recientemente en el mundo de los Juegos de Simulación, un título llamativo: "Jugula". Comercializado por los creadores de las reglas de "Saga", tiene la particularidad de que se juega sobre un tablero reglamentario y ¡con figuras!.

Las figuras han sido creadas por Gripping Beast (que también fabrica las de  medievales y de tardo-antigüedad para jugar "Saga") y en este caso, en lugar de los 28 milímetros habituales, han recurrido a los 40. Las figuras por tanto, tienen un gran detalle y es una gozada pintarlas.


Un númida, armado como "mirmillon".

Cuando me regalaron el par de figuras presentes, enseguida pensé en montar una viñeta de ambiente gladiatorio con ellas. La pena es que no estén comercializadas (de momento) figuras de gladiadores muertos o heridos; la peana hubiera quedado más completa, escénicamente hablando, con un "tracio" o un "secutor" moribundo tirado por el suelo, ensangrentado y alzando el brazo izquierdo con tres dedos  extendidos solicitando clemencia al público del Coliseo.

Porque "Jugula" es el nombre del juego en cuestión, como decíamos; pero también es la adaptación (más que traducción) del latín "Iugula". Y ésta era la palabra que clamaba el populacho romano para pedir o exigir al vencedor de un combate de gladiadores, la muerte del vencido: "Iugula, iugula...!" no significaba otra cosa que "degüella, degüella...!" Simpáticos, los romanos.



Eso sí, la última palabra sobre la vida o la muerte del perdedor la tenía el Emperador, de hallarse presente, o si se trataba de algún circo de provincias, el cónsul correspondiente. Pero siempre era peligroso enfrentarse a la opinión de la plebe.

Mis gladiadores están pintados como un germano (el reciario, en latín "retiarius") y un númida (el mirmillon o "murmillo"). Me ha parecido "escénico" jugar con los contrastes de piel.

 El caso es que, como sobre los gladiadores en general, ya hablé largo y tendido aquí, ahora, para dotar de interés textual la presente entrada, podría ser interesante hablar un poco del más famoso de los gladiadores: Espartaco. Vamos con ello.



Según la mayor parte de autores (tanto antiguos como modernos) Espartaco nació en algún lugar de Tracia hacia el 113 aC. Reclutado para combatir en el ejército romano, concretamente entre los auxiliares, parece ser que desertó. Con lo cual, una vez capturado fue convertido en esclavo y empleado en unas canteras, en donde destacó por su fuerza física y consecuentemente comprado por un lanista para emplearle como gladiador. 

Algún autor ha señalado que posiblemente Espartaco no fuese tracio, sino itálico e incluso romano y que entra dentro de lo posible que ejerciese algún mando en la Legión. Considerando que se le tenía por un hombre culto, y el conocimiento de la estrategia que demostró, podría no ser descabellada la teoría. El hecho por el que se le denominó "tracio" pudo ser debido a la repulsión por parte de autores romanos a aceptarle como compatriota, y por otra parte, a que su entrenamiento en la escuela de gladiadores donde estuvo, fue dedicado a hacerle luchar al estilo de "gladiador tracio". 

El caso es que Espartaco jamás pisó un anfiteatro. Y no lo hizo porque estando en la escuela de gladiadores de Lentulo Batiato, en Capua, lideró en el año 73 aC. la fuga de sus compañeros y la posterior rebelión de esclavos más violenta que vio Roma.



En un principio, contaba con poco más de setenta hombres, todos huidos junto con él (germanos y galos en su mayoría) y su armamento era el propio de los gladiadores. Se refugiaron en las faldas del Vesubio y comenzaron a realizar acciones de pillaje en las localidades próximas y a liberar a todos los esclavos que iban encontrando en su camino, con lo cual su número comenzó a acrecentarse. Tras la victoria obtenida sobre un pequeño destacamento que se envió contra ellos, consiguieron cambiar sus armas de gladiador por armas y armaduras romanas. Y su número siguió creciendo.

Roma envió entonces 3000 legionarios al mando de Cayo Claudio Gabro, que antes de pasar al ataque de los rebeldes, decidió hacer noche al pie del Vesubio.   Despreciando a su enemigo, el tal Gabro, ni montó empalizadas, ni foso, ni tuvo en cuenta ninguna de las normas que la disciplina romana exigía. Y esa misma noche, los hombres de Espartaco, bajaron del Vesubio, degollaron a gran parte de los hombres de Gabro y pusieron en fuga a los demás. El propio Gabro escapó de milagro. Espartaco aumentó su botín, sus armas y sus seguidores.



A este respecto, habría que tener en cuenta, que Espartaco siempre dividía las ganancias obtenidas a partes iguales entre sus hombres, lo que hacía que le fueran fieles y por otra parte, atraía a su lado a gran número de desheredados y esclavos huidos.  

Ahora los romanos se tomaron más en serio al gladiador. Dos legiones procedentes del norte de Italia, fueron puestas a disposición del pretor Varinio que sólo consiguió cosechar otra estrepitosa derrota.

A partir de ese momento, la rebelión se extendió a todo el sur de Italia. Ciudades y villas fueron saqueadas y los esclavos liberados. Pronto, las huestes de Espartaco superaban los 70.000 hombres.

Espartaco pensó entonces en la manera de sacar de Italia a la masa humana que le seguía. Por otra parte intentó transformar aquella multitud en un ejército disciplinado, pero la realidad le demostró que tal cosa era imposible. De modo que empezó a marchar con su gente hacía el norte con la intención de atravesar los Alpes. Una vez en Galia o Germania serían libres.



Roma tenía en esos momentos sus principales ejércitos fuera de Italia, Pompeyo estaba en Hispania combatiendo a Sertorio, Lúculo en Asia Menor luchando contra Mitrídates del Ponto, pero se las ingenió para mandar contra los rebeldes las legiones de los cónsules del año 72, Léntulo y Gelio.

En ese momento, un grupo de descontentos (unos 20.000) al mando del galo Crixo se separó del ejército de Espartaco... y fueron masacrados en Apulia por las legiones de Gelio. Esos descontentos, al parecer, no deseaban abandonar Italia, sino enfrentarse a los romanos e incluso acariciaban la idea (pobres locos) de tomar Roma. Lo que abandonaron fue el mundo.

Espartaco, mucho más hábil que Crixo, supo infligir serias derrotas a las legiones de Léntulo y Gelio en torno a los Apeninos. Continuaba su camino hacia los Alpes y continuaba (pese a las deserciones) aumentando su número. Se dice que llegó a reunir 120.000 hombres.

El Senado romano no estaba dispuesto de ningún modo a permitir que Espartaco y los suyos "se les escapasen vivos". Dieron órdenes al gobernador de la Galia Cisalpina, Casio Longino, para que con todos los hombres que pudiese reclutar, esperase a los rebeldes en el valle del Po. Espartaco enfrentó a Longino, y una vez más, derrotó a las legiones.



Ahora tenía abierto el camino hacia los Alpes, pero por alguna extraña razón, optó por regresar al sur. Puede ser que sus seguidores animados por sus consecutivas victorias, pensasen seriamente que podrían permanecer en Italia indefinidamente venciendo a una legión tras otra. En cualquier caso, Espartaco volvió al sur.

Al verle acercarse a Roma, el Senado puso el mando absoluto en manos de Marco Licinio Craso, uno de los hombres más ricos del Imperio y buen soldado, que movilizó diez legiones pagándolas de su bolsillo. Parte de esa fuerza, fue puesta al mando de Mummio, que incumpliendo órdenes, quiso enfrentar directamente a los rebeldes. Nueva derrota romana: los legionarios tiraron sus armas y huyeron. Espartaco continuó su camino al sur.

Craso, ni corto ni perezoso ordenó diezmar a las tropas que habían huido. Diezmar, es decir: elegir un hombre de cada diez, al que sus nueve compañeros debían matar a golpes. Ni más ni menos. En lo sucesivo, los legionarios temerían más a su general que al enemigo. Mientras, Espartaco atravesaba la Campania y llegaba a Calabria, en el Mar Tirreno.


El reciario en proceso, antes de añadirle la red e integrarle en la peana.

Aquí, estableció contacto con los piratas cilicios que se comprometieron a facilitarle barcos para pasar a Sicilia donde pensaba atrincherarse. Pero enterados los romanos de estos acuerdos, sobornaron a los piratas para que traicionaran a Espartaco y éste se quedó sin barcos. Está en discusión si el pago a los piratas corrió por cuenta del propio Craso o del gobernador de Sicilia.

Craso, sabiendo que los rebeldes estaban en el extremo de la bota italiana, intentó cercarles allí, construyendo una estacada y un foso que rodeaba la zona. Mediante una estratagema, Espartaco consiguió zafarse de la trampa y regresar a Lucania, junto a Tarento.

El Senado contaba ahora con las legiones de Pompeyo, que regresaba victorioso de Hispania tras haber vencido a Sertorio. Se añadieron las de Licinio Lúculo, procedentes de Macedonia (éste Lúculo era hermano del anterior Lúculo citado, que continuaba en Asia Menor). Se contaba con cercar a los esclavos desde tres puntos: por el Noroeste, con Pompeyo, por el Suroeste con Craso y por el este, con Lúculo. Unas veinte legiones en total, sumando unos 120.000 hombres.


El  Mirmillon, en proceso.

Y en este inoportuno momento, 30.000 hombres en desacuerdo con Espartaco, abandonaron el grueso del ejército, sólo para conseguir ser aplastados por Craso. En esta ocasión, la nueva merma de sus hombres, sí fue un asunto grave para Espartaco, ya que ahora, al estar prácticamente cercado, no podía incrementar su número, y quedaba en inferioridad frente a los romanos. Sólo unos 70.000 hombres le seguían ahora. Después de intentar acercarse al puerto de Brindisi e intentar una vez más pasar a Sicilia, se encontró con la ciudad ocupada por Lúculo. Sólo le quedó entonces un movimiento posible: retroceder para enfrentarse a las tropas de Craso y Pompeyo.

En el año 71 aC, en Apulia, junto al río Silario, tuvo lugar el último acto de la rebelión de Espartaco. Los ex-esclavos lucharon con la resolución que da la desesperación, pero sobrepasados en número y enfrentados ahora a legiones experimentadas, fueron masacrados. Unos 60.000 muertos entre los esclavos por 1.000 romanos caídos fue el balance . El cadáver de Espartaco nunca fue encontrado.


Vista general de la pieza con un elemento que da idea del tamaño de las figuras.

Para dar ejemplo y disuadir posibles rebeliones, los más de 6.000 esclavos sobrevivientes a la batalla, fueron crucificados a lo largo de la Vía Apia, desde Capua hasta Roma. Casi doscientos kilómetros cubiertos de sangrientas cruces debió ser algo bastante disuasorio, ciertamente.

Ésta fue la Tercera Guerra Servil (o de los Esclavos), las anteriores se habían producido en Sicilia. También fue la más sangrienta. Nunca más en la Historia de Roma volvió a haber un levantamiento de esclavos.

Pero el nombre de Espartaco continúa brillando en la memoria de los hombres como un exponente de Libertad.

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Las figuras, como queda comentado, son de Gripping Beast.