Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Historia de la Guerra - Álbum de cromos - Parte 1


 Como ya he dicho en algún lugar, el principal objetivo de este blog (o página Web, o cómo queráis denominar "esto"), es mostrar las miniaturas que periódicamente voy pintando, en la creencia, de que si a mí me gusta ver figuras pintadas por otros, a otros les gustará ver las mías.

Pero al margen de ese objetivo principal, considero que puede ser de interés para quienes pasáis habitualmente por aquí, la publicación de otros elementos (no miniaturas) relacionados con el mundo de la Historia Militar en particular y con la divulgación de la Cultura en general.

 Así, os presento (por partes) "La Historia de la Guerra"; un álbum de cromos editado en el año 1961 por la Editorial Ruiz Romero. Con dibujos de Joaquín Vehi y textos de Fernando M. Sesén.


Fueron los años 50 y 60 la "Edad de Oro" de los "álbumes de cromos". Era una aventura, aquello de ir al "kiosko de la señora Pepa" (o similar) con un grupo de amigos, comprar unos cuantos sobrecitos cada uno (cada sobre contenía dos o tres cromos), y después de apartar con satisfacción los números que nos iban faltando, cambiar con los amiguetes "los repes".

 Tardé más de un año en completar (casi) la colección, y eso tras múltiples visitas a "El Rastro" y establecimientos de "cambio de tebeos" y similares, que abundaban en la época. Pero decía en el paréntesis "casi"... y eso es así, porque después de todos mis desvelos, hubo un número que se me resistió siempre: el 49. La ilustración que figura en el lugar correspondiente, es una imagen obtenida en la Red, que se ajusta bastante a lo indicado en el texto, pero el cromo "de verdad", nunca pude encontrarlo.

El caso es que re-descubrí el álbum en una "limpia" que hice hace poco entre mis libros y publicaciones varias, y vi con horror que los bordes de las páginas estaban raídos y la portada y contraportada prácticamente destrozadas (la portada que publico arriba, está "pillada" en la Red). Sin embargo, los propios cromos, al estar más protegidos que las páginas que los contenían, estaban en condiciones si no "perfectas" sí muy "presentables". Y no es que yo lo diga, ahí están las imágenes... Así que, después de escanear todas las páginas al 200 x 100, y darles una pasadita por el PhotoShop, quedó algo bastante digno de ser dado a conocer. 


Eso sí, como el papel del álbum es de una calidad muy inferior a la de los cromos, los textos quedaban un tanto borrosos, así que opté por transcribirlos para que la legibilidad fuese óptima. Por otra parte, en ensayos previos constaté que la calidad de las ilustraciones se perdía si publicaba las páginas completas, considerando que cada una contaba con cuatro o más cromos; en este caso, la solución consistió en "recortar" los cromos uno por uno. De esta manera, tanto imágenes como textos, quedan en "perfecto estado de revista". 

 Hasta aquí, hablamos del "continente" del álbum. Hablemos ahora del "contenido": se trata de una publicación evidentemente destinada a niños y muchachos. De ahí que los textos sean simplistas cuando no infantiloides. Que nadie guíe sus orientaciones históricas por los textos que podremos ver aquí (el que avisa no es traidor). Pero el mayor interés de la obra reside en su parte gráfica. Las ilustraciones de Joaquín Vehi gozan de una alta calidad (disminuida en ocasiones por fallos de imprenta), y aunque desde una visión purista de la uniformología, pequen a veces de pequeños fallos, su contemplación es una gozada para la vista; tanto ahora, como lo fue en los años de su primera publicación. Es por este elemento, por lo que considero (como decía al principio) interesante la divulgación de este álbum. 

 Se trata de una "Historia de la Guerra" un tanto "precipitada"; y digo precipitada, porque teniendo la obra 48 hojas (sin contar las portadas), cuando vamos por la 11, ya estamos en la Primera Guerra Mundial. Se adivina que la intención última de los editores era dar a conocer las armas de última generación (de última generación en 1961, obviamente), con especial atención a los ingenios espaciales que en la época (se vivía en plena "carrera espacial") captaban poderosamente la atención del público.


La obra consta (según indica la portada) de 225 cromos. Pero esto no es del todo cierto, porque ocurre que algunos cromos son "dobles"; es decir: tienen el doble de tamaño que sus compañeros y llevan doble numeración, siendo en realidad una única ilustración (ejemplo en este mismo post: los números 32-33). En esta publicación, he unificado los tamaños de todas las ilustraciones que tienen las mismas proporciones, por lo que el tamaño "doble" de dichos cromos "especiales" no se aprecia. Sin embargo, he respetado la numeración original para no desvirtuar la información.

Siendo un número muy apreciable de ilustraciones, haré la publicación en seis partes para evitar un "post kilométrico". Y nada más; os dejo con los textos de Fernando M. Sesén y las magníficas imágenes de Joaquín Vehi. 


 - INTRODUCCIÓN - 
Todos los seres que pueblan el Universo han luchado para defender su propia existencia, y por tanto, esta clase de luchas son tan viejas como el Mundo. Mientras la Humanidad las mantuvo dentro de los límites naturales que permanecen invariables en el correr de los siglos para todas las demás especies animales, su gravedad fue también limitada y no constituyó una verdadera plaga para el hombre. La GUERRA, la verdadera GUERRA, aparece sobre la Tierra cuando la Humanidad olvida la razón suprema de la supervivencia y antepone a ella otras razones injustificables presididas por el espíritu de dominio y de conquista. Sólo entonces es cuando el hombre se junta con otros hombres para iniciar empresas guerreras, se adiestra especialmente para estos fines y asocia en la lucha todos cuantos elementos ofensivos le proporcionan su inteligencia e ingenio.

Desde la primera piedra que, como arma primitiva, el hombre arrojó en su propia defensa, hasta la terrible y devastadora bomba nuclear de nuestros días, median millones de años, pero este acelerado proceso tiene un límite que es la propia, total y definitiva destrucción del género humano. En esta colección de estampas, intentamos poner ante los ojos de nuestros lectores esta rápida e inaudita transformación de la guerra y las temibles consecuencias que de esta circunstancia pueden derivarse para la vida de la Humanidad, si las doctrinas de Cristo son abandonadas y un espíritu de hermandad y justicia no comienza a reinar entre los hombres. 

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1. La lucha entre los hombres en su principio fue una acción individual, mediante la cual un ser humano imponía a otro su voluntad por la fuerza. Por eso no es de extrañar que unas de las primeras armas fueran las piedras, puesto que el hombre primitivo las tenía a su alcance.

2. La primitiva pelea cuerpo a cuerpo daba siempre la victoria al más fuerte, por ello los físicamente débiles, pero mentalmente más fuertes, idearon procedimientos para mantener lejos al adversario. Así nacieron las armas arrojadizas, cuyo primer tipo lo encontramos en el "palohonda", consistente en una estaca con un hueco en donde colocaban una piedra para lanzarla con un rápido movimiento y también los dardos y los venablos. 

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3. Y el ingenio del hombre perfeccionó bien pronto aquellas primeras armas arrojadizas, dándoles mayor potencia y alcance. Y vemos aparecer, por vez primera, las flechas lanzadas con un arco, construido con cuernos y huesos de animales, mientras las cuerdas eran hechas de fibras vegetales o de una simple tira de cuero. 

 4. Otra arma arrojadiza empleada por la Humanidad desde los más remotos tiempos, fue la honda. Los antiguos isleños baleáricos adquirieron justa fama de excelentes honderos y formaron grupos especializados en las famosas legiones romanas. Un derivado de la honda es el "aillo", bola o boleadora usada por los indígenas peruanos. 

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5. Pronto conoció el hombre la necesidad de crear una defensa contra las nuevas armas y apareció el escudo, destinado a protegerle contra los dardos y flechas del enemigo. En un principio eran simples pieles arrolladas al brazo izquierdo; luego se hicieron de cortezas, tablas, mimbres tejidos y por último, con cueros montados sobre un bastidor de madera e incluso con refuerzos metálicos.

6. La primera colectividad guerrera plenamente organizada fue la del pueblo egipcio. Los soldados se protegían con escudos de cuero y metal y atacaban con hachas, picas cortas, arcos, flechas y sables cortos. Los faraones llevaban además una lóriga de piel de cocodrilo y los carros de guerra iban tripulados por dos hombres: uno que conducía y se protegía tras un gran escudo y otro que disparaba las flechas.

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7. Durante muchos siglos los hititas, vecinos de los egipcios, vivieron sufriendo derrota tras derrota de sus ancestrales enemigos. Pero la inteligencia hitita acuciada por la necesidad trabajó sin descanso y creó una máquina de guerra de una terrible eficacia. El carro de combate provisto de una serie de afilados cuchillos incrustados en el cubo de las ruedas y que por su longitud y situación producían grandes destrozos en las filas enemigas. 

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 8. Otro de los antiguos pueblos guerreros fue el de los asirios. La vestimenta y armas de sus reyes eran notables y estaban constituidas por un casco de metal o cuero, coleto acolchado, que posteriormente fue guarnecido por placas de hierro primorosamente labradas, traje de malla, arco y flechas, hacha y dardos, espada de bronce y escudo redondo, llamado rodela, con una aguda punta en el centro. 

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 9. La defensa de un pueblo o ciudad hizo necesaria la construcción de empalizadas primero y luego de murallas, torres y parapetos tras los cuales hacer posible la resistencia contra las embestidas enemigas. Entonces los atacantes idearon armas demoledoras como los arietes persas, pesadas vigas de madera, con las que abrían brecha en las defensas de la fortaleza sitiada. 

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10. En los asaltos a las fortificaciones se empleaban también otros artificios, como las escalas por las que trepaban los invasores. Los griegos crearon armas nuevas, que disparaban a notable distancia por encima de las defensas, grandes piedras y flechas pesadas. 

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 11. Nos cuenta Homero cuáles eran las armas de los griegos en la legendaria guerra de Troya (año 1200 antes de Jesucristo). Vestían los helenos armadura de dos piezas: peto y espaldar, unidos por correas, el vientre quedaba protegido por una prolongación del peto, completaban la armadura, hombreras, coletos de cuero y canilleras, un escudo redondo, llamado pelta (???) y como armas, una espada de dos filos y un chuzo que empleaban lanzándolo a distancia. 

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12. Fueron los fenicios un pueblo comerciante por excelencia, por cuya razón navegaron por el Mediterráneo desde sus primeros tiempos. A ellos se debe la guerra en el mar. Las naves fenicias, impulsadas por remos y velas, tuvieron que enfrentarse con otras embarcaciones enemigas. Combatían con flechas lanzadas por los tripulantes, hasta que las naves se embestían con el espolón de proa, pieza de madera endurecida y muy fuerte que perforaba el casco adversario. 

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 13. También en el mar sirvió la estrategia para derrotar fuerzas superiores. La estrategia, que no es otra cosa que la astucia militar perfeccionada por el estudio y la experiencia, permitió a la escuadra ateniense, compuesta por 378 trirremes al mando de Temístocles, derrotar a más de 800 naves persas mandadas por Jerjes I, en el estrecho de Salamina, a donde fueron atraídas por los griegos al hacerles creer que trataban de escapar ante su superioridad.

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14. Las famosas "falanges macedónicas" significan un avance decisivo en la organización de los ejércitos de la antigüedad. Estaban formadas por soldados aguerridos armados de toda clase de ingenios defensivos y ofensivos, además de unas largas y pesadas lanzas, al ser reformadas por Alejandro de Macedonia 330 años antes de Jesucristo. Las dividió en unidades que recuerdan a las modernas concentraciones guerreras.

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 15. Pronto asoció el hombre en sus empresas guerreras a toda suerte de animales que pudieran serle de utilidad. En la batalla de Heraclea, 280 años antes de Jesucristo, Pirro, rey del Epiro, desembarcó en Tarento un ejército destinado a defender las colonias griegas. Los romanos fueron derrotados gracias a la sorpresa que causaron entre ellos los elefantes de Pirro. 

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16. Las tropas romanas iban protegidas por una armadura compuesta de una lóriga de láminas de acero. Los príncipes, oficiales y tropas auxiliares asiáticas, llevaban corazas de escamas o mallas y debajo de la armadura, coleto de cuero. Utilizaban dos clases de cascos: uno de metal (cassis) y otro de cuero guarnecido por placas metálicas (galea); ninguno tenía visera, pero sí cubrenuca y yugulares. 

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 17. La infantería ligera romana protegía sus piernas con polainas de cuero o con bandas de mismo material (ocreas). Su arma principal era la espada (glaudios), alargada considerablemente en tiempos de Adriano (spatha) y que fue de bronce hasta el siglo I y más tarde de hierro. La caballería utilizaba espada y lanza. Sus máquinas de guerra fueron las mismas que idearon los griegos.

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 18. Las poderosas defensas que rodeaban las ciudades en la antigüedad, las hacían prácticamente inexpugnables a los más fuertes ataques enemigos. Sólo el asedio por hambre y sed podía vencer el indomable espíritu de sus habitantes, que preferían morir entre llamas y ruinas a entregarse a un cruel y despiadado vencedor. 

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 19. Los pueblos llamados "bárbaros" por los romanos utilizaban como arma favorita la "framea", especie de venablo que servía lo mismo como arma arrojadiza, como de corte o punta. Los escandinavos empleaban el martillo. Los godos, la "teutona", especie de jabalina cuya punta estaba armada con clavos. Los "francos", el hacha llamada "francisca" y los suizos la maza de bola o "morgenstern".

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 20. Los duelos o luchas singulares entre dos reyes o jefes destacados de dos bandos contendientes, tenían extraordinaria importancia y en numerosas ocasiones decidieron por sí solos la victoria de un ejército o la libertad de una plaza sitiada por hombre a punto de perecer.

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 21. La caída del Imperio Romano dio origen al comienzo de la Edad Media y en verdad, este lamentable hecho representó para la Humanidad un notable retroceso en todos los aspectos de la vida social de los pueblos, ya que el nacimiento de los "feudos" fue un paso atrás después de que Roma había logrado constituir una gran nación. Aquí vemos a los pueblos "bárbaros" confederados en la lucha final contra el Imperio. 

22. Entre los lejanos pueblos del norte nace una raza audaz y batalladora: los vikingos, que ayudados por su gran conocimiento del mar e indomable arrojo, emprenden las más atrevidas expediciones, recorriendo distancias inconcebibles para aquellas frágiles embarcaciones y sus primitivos medios de orientación. 


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23. Con el nacimiento del sentimiento caballeresco se retrocedió a la acción bélica individual. Los hijos menores perdían sus prerrogativas feudales y salían de los castillos a "rodar mundo" ganándose la vida con las armas. Se creó así una casta de "caballeros" osados y turbulentos. Sin embargo, prestaron su brazo al derecho, la virtud y el honor, que fueron objeto de su culto.

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 24. Aquellos osados caballeros medievales vivían en continua lucha y desafío, librando verdaderas batallas o combatiendo y "justas" y "torneos". Sus armas ofensivas fueron la lanza, la espada grande o mandoble, la maza y las hachas. Sus armas defensivas, el yelmo, el peto metálico y más tarde la armadura. 

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25. Los señores feudales mantenían un reducido ejército, casi el necesario para su escolta personal y la vigilancia de sus castillos. El armamento de estos hombres, generalmente mercenarios, consistía en larga, fuerte y pesada espada, lanzas, alabardas, arcos y flechas. Esta última arma era considerada impropia de caballeros y por ello sólo la empleaban los soldados vulgares y los villanos. 

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26. Para asaltar las murallas de los castillos, se utilizaron escalas y torres de asalto semejantes a las empleadas por Filipo de Macedonia en Tebas o por Tito, en Jerusalén. Los procedimientos defensivos eran idénticos a los de la antigüedad y como entonces, vertían agua hirviente o aceite y otros líquidos sobre los asaltantes que escalaban los muros. 

 27. Las armaduras alcanzaron el máximo esplendor a fines de la Edad Media. Los forjadores y herreros de Turingia, de Toledo, de Florencia y Normandía, crearon piezas primorosamente labradas y adornadas, incluso con incrustaciones de plata, oro y piedras preciosas, muy particularmente las destinadas a monarcas y grandes señores. 

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 28. Los hechos parecen demostrar que las armas se acomodan al modo de ser de quien las usa. Por ello los árabes utilizaron armaduras ligeras y lanzas, alfanjes, cimitarras, dagas y puñales de acero damasquinado y afiladísimo. Sin embargo, el gran caudillo Saladino no dudó en emplear máquinas guerreras en la defensa de Jerusalén ante el ataque de los Cruzados.

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 29. Una de las empresas bélicas más notables de la Edad Media fueron sin duda, las guerras religiosas denominadas "Cruzadas" que el mundo cristiano organizó y sostuvo para conquistar y defender los Santos Lugares, en poder de los infieles. Las principales Cruzadas fueron ocho.

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 30. Las Cruzadas muestran en numerosas ocasiones pruebas del valor individual de muchos de sus caudillos, tan decisivo en las luchas del medioevo, en las que el valor, la osadía y arrojo de un solo hombre combatiendo contra numerosas enemigos, gana una batalla. Aquí presenciamos uno de esos notables hechos.

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 31. Después de la derrota final del mundo musulmán en España, ocurrido en 1492, por obra de los Reyes Católicos, tiene lugar otro hecho guerrero de la máxima importancia: la batalla de Lepanto (1571). Una escuadra cristiana armada por el Papa San Pío V, Felipe II de España y la República de Venecia, bajo el mando de Don Juan de Austria, derrota definitivamente a los turcos al mando de Mohamed Siroco y libera a más de 12.000 cautivos.

32-33 (cromo doble)

 32-33. La riqueza del Nuevo Mundo descubierto por Colón y traída a España en forma de oro y otros metales y productos preciosos, hizo surgir una especie de bandoleros del mar que atacaban no sólo a los barcos de transporte, sino también las colonias y plazas ultramarinas de España y Portugal. Fueron los corsarios y filibusteros que dieron origen a una nueva clase de guerra.

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 34. La necesidad de proteger los puertos contra los ataques de los buques corsarios, hizo necesaria la artillería costera emplazada en castillos y fortificaciones en donde se montaban cañones fijos y permanentes, batiendo con sus fuegos todos los puntos del mar por donde podían sobrevenir los ataques de barcos enemigos.


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Como se expone en el principio de esta entrada, los textos están firmados por Fernando M. Sesén; en tanto la parte gráfica corrió por cuenta de Joaquín Vehi. En 1968, la colección se editó de nuevo, si bien con menos cromos y como promoción de cierta marca de chocolates. Prácticamente  todas las alusiones a esta obra que existen en la Red, están enfocadas a la venta, y cuando no es así, se trata de pequeñas referencias con inclusión de la portada y algún cromo, siendo la presente publicación (a fecha de hoy) la única que presenta la obra completa con fines meramente divulgativos.


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